Los juguetes de la niñez se quedan en la niñez, pero hay colecciones privadas cuyos dueños hacen perdurar en su corazón al niño, sus juegos y su mirada del mundo. Así, la exposición de uno de ellos, el español Alfonso Cobarro, mostrará unos mil juguetes en estos días, en la casa de la cultura Emilio Sáez de Caravaca de la Cruz, España.
Hasta el próximo 22 de enero se podrán ver viejos juegos, tal vez conocidos: muñecas, trenes eléctricos, caballos de cartón, soldaditos de plomo, cocinas, y muchos otros objetos procedentes de Gran Bretaña, Alemania, EE. UU., Japón y China.
Cobarro empezó a coleccionar en 1999 y consiguió reunir más de 1.110 piezas, a través de las cuales se puede hacer un repaso por la industria juguetera de varios continentes. Los primeros objetos de la colección aparecieron simplemente por la afición de Cobarro por los coches. En un viaje a Valencia, adquirió tres coches de juguete que dieron inicio a esta colección, que se expone casi cada año en diferentes ciudades españolas.
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