jueves, 22 de marzo de 2007

El juguete, reflejo de la historia

El juguete, reflejo de la historia
Manuel Carretero

Automóviles, motocicletas, talleres, cocinas, teléfonos móviles, ordenadores... Los juguetes imitan a la perfección el modo de vida y los objetos que interesan a los adultos; también éstos gozan de sus propios "juguetes'' ¿por qué no familiarizar a los niños con las herramientas que manejarán en un futuro?. Siempre ha sido así, desde que se conocen estos artefactos que tan felices hacen a los niños. También desde hace muchos años se piensa que el juguete debe estimular la imaginación del niño y no convertirle en un ser pasivo.

Comenzando por los precedentes más remotos del juguete -una tarea que los historiadores consideran ardua por la falta de bibliografía al respecto- nos toparemos inevitablemente con la muñeca, el juego femenino por excelencia de
todas las épocas.

La muñeca

Las primeras muñecas de que se tiene noticia en Europa proceden de los yacimientos romano-cristianos, cuando era costumbre enterrar a los niños junto a sus pertenencias. Entre ellas destaca una famosa muñeca de marfil del siglo IV, que mide 23 centímetros, con brazos y piernas articuladas y que fue hallada en la necrópolis de Tarragona (noreste de España).

También se han hallado muñecas de ámbar de aquella época, que en ocasiones iban acompañadas de cunas de barro y diminutos utensilios de bronce, como jarros, barreños y cubitos.

Otros Juguetes

Junto a la muñeca, otro juguete de todos los tiempos es la pelota, que antiguamente podía estar rellena de arena o de aire.

Otros juegos muy populares en los primeros siglos de nuestra eran el aro y el trompo. Este último lo utilizan los adultos para las artes adivinatorias, así como la taba, el astrágalo y las piedrecitas eran copias del juego de dados de los mayores.

Ya en la Edad Media se jugaba con cochecitos, silbatos y carracas o matracas, dedicadas sobre todo a hacer ruido, costumbre y necesidad ésta que los niños han mantenido intacta hasta nuestros días.

El Renacimiento


Los siglos XV y XVI, los del Renacimiento, no son precisamente un dechado de imaginación para el juguete.
Las muñecas eran generalmente un artículo de regalo para adultos, de alto precio, como la que Ana de Bretaña, esposa de Luis XII de Francia, regaló a Isabel la Católica cuando ésta contaba 43 años. Solían tener los brazos articulados en hombro y codos y lucían vestidos cuajados de lujosos bordados, sobre todo las que se fabricaban en Francia y Alemania.

Las niñas de las clases bajas se conformaban con muñecas hechas de madera, trapo y escayola que, a pesar de todo, sobrevivirían hasta mediados del siglo pasado.

También del Renacimiento son los primeros soldados de plomo, de uso exclusivo para los más ricos, así como la gran innovación de la época: los muñecos autómatas, que reflejaban ya los conocimientos mecánicos de la época.

Las clases menos privilegiadas debían conformarse con caballos de madera, carros, bolos y cualquier utensilio que pudiera hacerse con cañas.

Coches y balancines


A finales del siglo XVII, y sobre todo del XVIII, la sociedad comienza a transformarse hacia la industrialización; la instalación de la burguesía como clase dominante hace que la educación del niño empieza a enfocarse como un aprendizaje del comportamiento de los mayores.
Para conocer los juguetes de estas épocas son de gran utilidad los retratos de niños de la aristocracia y de la realeza, como los del pintor Antonio Carnicero (1748-1814), que muestran a los infantes con carritos, panderetas y tambores.

Los niños humildes, como se puede ver en los cuadros de Francisco de Goya, se divierten jugando en grupo y a juegos que no requieren de un "objeto'' alrededor del cual se organice el juego. Más que de juguetes, cabe hablar de juegos, como el toro o el balancín.

El balancín es la gran novedad de esta época. Existían caballitos con preciosos estribos, aunque la mayoría de los niños de la calle lo conseguían con un barril al que se le adosaba una cabeza de madera plana.

También se extiende en el siglo XVII el coche de juguete. Muchos de ellos eran reproducciones exactas de los carruajes de la época. Uno de estos ejemplos puede apreciarse en el cuadro de Goya "Los duques de Osuna y sus hijos'' (1789), o en el retrato que el pintor zaragozano hizo de su hijo Marianito. También en "Pepito Costa y Bonells'' (1813), Goya retrata al niño agarrado a lo que parece ser su juguete preferido, un caballo balancín.

Por su parte, las niñas seguían jugando con muñecas de madera o trapo, pero se inicia una tendencia a abaratar la fabricación con el uso de materiales y técnicas apropiadas. Aunque todavía no se puede hablar de una democratización del juguete, sí se dan pasos significativos.

La revolución juguetera


El verdadero cambio en el mundo del juguete lo marca el principio del siglo XX, cuando se toma conciencia de que el juguete es también un medio pedagógico, que servirá al niño para favorecer su inteligencia y facilitar sus estudios.

En el aspecto técnico, durante más de tres décadas, y hasta la aparición del plástico, el juguete de la era industrial coexiste con el tradicional de carácter popular. Así, el trompo, la taba, la pelota y la muñeca más sencilla se unen a los modernos artefactos de hojalata o los juegos de construcción.

La progresiva industrialización también hará posible el abaratamiento de los juguetes, que estarán cada vez más al alcance de todas las familias. Al mismo tiempo, aumenta la preocupación por la higiene y la utilización de materiales asépticos, con lo que el juguete cambia de aspecto.

En los años 30, por ejemplo, se extiende la fabricación de muñecas de celuloide, higiénicas y lavables. La influencia alemana era notable, y de esta época son las llamadas "babys'' de pasta-cartón, irrompibles, como los animales de felpa al estilo de los "teddy bears'' norteamericanos.

También destacan en esta época los preciosos teatros de cartón y las construcciones metálicas conocidas como "mecanos''.

La revolución juguetera de estos años viene facilitada asimismo por la utilización de la hojalata, y se produce na auténtica inundación de automóviles, motocicletas, barcos, aviones y trenes que hoy día son piezas muy cotizadas para los coleccionistas. También pueden adquirirse hoy día hojalatas de "nuevo cuño'' procedentes de China, aunque la seguridad que ofrecen para los más pequeños es escasa.

El fenómeno "Mariquita Pérez''


En los años 40, las muñecas continúan reflejando los cambios en la moda, el vestido y el peinado. Hubo en esa década una muñeca en los años 40 que destacó por encima de todas y se convirtió en un fenómeno sociológico: Mariquita Pérez. También trascendió fuera de España y llegó a medio mundo.

Mariquita Pérez nació en San Sebastián (norte de España) en 1938, en plena Guerra Civil, fruto de la imaginación y el tesón de su "madre'', Leonor Coello de Portugal, una aristócrata emprendedora y sagaz que se inspiró en su propia hija, Leonor de Góngora, para diseñar lo que, en poco tiempo, se convertiría en un gran negocio.

La muñeca de porcelana, la primera "con pelo de verdad'' y con un ajuar que pocas mujeres de entonces se podían permitir. Al acabar la Guerra Civil española, en 1939, Mariquita "abre'' tienda en el Madrid de las cartillas de racionamiento y de las canciones de doña Concha Piquer.
Su popularidad trascendió pronto fronteras, y ni Eva Perón, en su histórico viaje a España, resistió la tentación y regresó a la Argentina cargada de Mariquitas. Lo mismo hicieron Gina Lollobrigida y la princesa Grace de Mónaco, que en una de sus visitas a Madrid le compró una a la entonces niña Carolina.

Mariquita Pérez llegó a tener cerca de 400 complementos, fue muy popular en Hispanoamérica y Portugal e incluso se le dedicó una canción, "Mariquita Pérez, qué elegante eres''. Su éxito la mantuvo en el mercado hasta los años cincuenta, e indujo a los fabricantes a darle un hermano: "Juanín''. Otras muñecas más
asequibles eran las "peponas'' de cartón.

Ambas muestras de muñecas españolas pronto compitieron con los muñecos de influencia anglosajona: en 1949 aparece la "Baby Doll'', que "imita la carne y puede bañarse'', y en 1953 el perro articulado "Pluto'', de Walt Disney.

Se empieza a utilizar ya el látex y comienzan a venderse muñecas con mecanismos que irán teniendo precios cada vez más asequibles. El plástico fue aplicado por primera vez a una muñeca en 1948 en la República Democrática Alemana. Quedaba así inaugurada la era del plástico en el juguete.


La década de los 50 conoce el auge y difusión del juguete educativo. Otro juego importante en esta etapa es el futbolín, diseñado por españoles y de amplia aceptación internacional.

En los años 60, el juego didáctico y artesanal tuvo un gran impulso, sobre todo por el movimiento conocido como "Didó'', que promovió a partir de 1963 la fabricación de juguetes realizados en madera y cartón y su distribución en una red especial de tiendas. Esta estrategia, animada por pedagogos, alcanzó gran éxito por el diseño de los juguetes y su adecuación a las necesidades del niño.

En todo caso, el plástico sigue siendo el protagonista de la fabricación de juguetes en los 60 y 70, sobre todo con la aparición de los famosos "Cliks'' o los "Airgam Boys'', así con la infinidad de reproducciones de todo tipo de vehículos, construcciones y reproducciones de objetos del hogar.

En la actualidad, los estándares de calidad y seguridad, unidas a una tecnología y diseño innovadores, son las pautas que rigen la industria juguetera.

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